Parashat Koraj
Nueva Comunidad Israelita
30 de junio de 1995
Rabino Manes Kogan
¿Qué es la democracia?
La palabra democracia tiene un significado muy lindo, quiere decir “gobierno del pueblo”. Y eso es como decir “gobierno de todos” porque todos somos pueblo. Todos los hombres y todas las mujeres; no importa cuál sea nuestro oficio ni nuestra manera de vivir y de pensar.
Los chacareros, los obreros, los empleados, las amas de casa, los comerciantes, los estudiantes, los artistas, los soldados...todas las personas que andan por nuestras calles y por nuestros campos forman parte de nuestro pueblo.
En una democracia no hay nadie que quede afuera. Todos podemos participar. Y, cuando llega el momento de elegir todos elegimos, porque en una democracia todos somos iguales. ¡Eso quiere decir que en una democracia nadie tiene coronita!
Cuando un grupo de amigos decide salir a pasear y no se ponen de acuerdo sobre el lugar de su paseo, dicen:
¡Vamos a decidirlo democráticamente! ¿A qué se refieren?
La palabra democracia es una palabra muy usada....
A veces la democracia es directa: cada uno vota directamente lo que quiere hacer, por ejemplo.
A veces es indirecta: uno elige representantes que luego van a defender las ideas o las propuestas de uno.
Sin embargo no todos los ámbitos se rigen por la democracia...
¿Por ejemplo?
Un cuartel militar,
una escuela,
una familia....
En la casa de ustedes, ¿hay democracia?
La democracia es algo muy importante, pero..¿puede suceder a veces que la democracia tenga que ser dejada de lado?
Y hablando de democracia...
¿Alguien sabe donde nace la democracia?
En la Grecia antigua....en Atenas...
Sin embargo, la Torá nos habla de un personaje que ya hablaba de democracia antes que los griegos.
Se llamaba Koraj.
Mañana leeremos en la Torá...
“Un levita descendiente de Kehat, llamado Koraj, hijo de Itzar, y tres hombres más de la tribu de Rubén, llamados Datán y Abirám, hijos de Eliav, y On hijo de Pelet, se rebelaron contra Moshé. A ellos se les unieron otros 250 israelitas, hombres de autoridad en el pueblo, que pertenecían al grupo de consejeros y tenían buena fama. Todos ellos se reunieron, se enfrentaron con Moshé y Aharón, y les dijeron:
¡Basta ya de privilegios! Todo el pueblo ha sido consagrado por Dios, y Adonai está con todos nosotros. ¿Por qué se levantan ustedes como autoridad suprema sobre el pueblo de Adonai? (Números 16, vers. 1-3).
Koraj defiende la democracia. Koraj exclama: “Todo el pueblo ha sido consagrado por Dios, y Adonai está con todos nosotros. ¿Por qué se levantan ustedes como autoridad suprema sobre el pueblo de Adonai?”
Koraj grita a viva voz: ¡Somos todos iguales! ¿Por qué, ustedes, Moshé y Aharón, dirigen todo? ¿Quiénes se creen que son?
Aparentemente es un razonamiento lógico.
Sin embargo Koraj y su “planteo” no tienen un final feliz. A Koraj se lo traga la tierra junto a todas sus pertenencias.
Koraj es castigado por rebelarse contra Moshé y Aharón.
El razonamiento de Koraj no prospera. Su idea democrática no es aceptada..
Los judíos crearon muchas cosas, pero no crearon la democracia.
La democracia dice que todos somos iguales.
El judaísmo nos explica que no somos todos iguales.
* Moshé y Aharón no son iguales a Koraj, Datán y Abirám.
* El maestro -y acá hablamos de Maestro con Mayúsculas- no es igual a su alumno. Si fuera igual a su alumno, no podría nunca ser su maestro.
* Los padres, a la hora de decidir las reglas de la casa, no son iguales a los hijos.
* El madrij no es igual a sus janijím, ni el rabino a su comunidad.
Alguien me podría preguntar: ¿entonces estás en contra de la democracia?
Definitivamente no.
La democracia es el mejor sistema que hoy conocemos y es deber de cada uno de nosotros defender la democracia.
Sin embargo no es la situación ideal.
El presidente gusta de citar la máxima que dice: “el pueblo no se equivoca”, o “la mayoría no se equivoca”.
Nosotros sabemos, lo sufrimos en propia experiencia, que la mayoría sí puede equivocarse. Y mucho.
No todo lo que le gusta a la mayoría es bueno. No lo que vende más es lo mejor.
Ayer, como hace 4 jueves atrás, la NCI se llenó con más de 400 personas que participan en un torneo de Burako. (Dicho sea de paso, el equipo de la NCI sigue primero en el torneo).
A la misma hora, 7 personas nos reunimos en mi oficina para estudiar Torá. Para jugar al Burako hay que pagar. No mucho, pero hay que pagar. Estudiar Torá no cuesta nada. Sin embargo en mi oficina éramos 7 personas y afuera eran más de 400.
Reconozco que estoy un poco celoso, pero que le voy a hacer...
Si creeríamos que la democracia es lo más importante en la NCI, le trataríamos de dar a la gente lo que más le gusta. Tendríamos todos los días bailes, futbol, pan y circo...
Sin embargo creemos, estamos convencidos, que los que deben marcar el rumbo de la comunidad sos sus guías espirituales, sus madrijím y sus maestros.
Es un desafío muy importante, ya que a cada instante debemos dar el ejemplo.
Nuestra vida personal y comunitaria debe ser intachable, ya que en ello se juega nuestra autoridad.
Los encargados de regir el destino de una comunidad deben jugar un difícil juego de equilibrio: por una parte deben mantenerse cerca de su comunidad, deben conocer sus gustos y sus preferencias, deben saber que es lo que les gusta a los jóvenes y cuál es su lenguaje.
Sin embargo ésto es sólo la mitad de la moneda. Lo más importante es delinear un camino que invite a ser transitado, es enunciar un mensaje que invite a ser compartido.
Los encargados de dirigir la comunidad deben elegir -en base a sus conocimientos y a su propia experiencia judía - un camino a ser transitado y deben tratar de guiar por ese camino a su comunidad, aún teniendo los miembros de la comunidad otros planes.
Si uno pregunta a cada rato que es lo que le gusta a la gente, va a ser muy querido, pero no va a lograr su objetivo.
Afortunadamente no somos todos iguales. Tenemos sí muchos derechos, y entre los derechos que debemos hacer valer está el de tener alguien que nos marque un camino a seguir, alguien que nos enseñe con el ejemplo, alguien que venga con propuestas claras, alguien que no claudique en sus ideales. Alguien que se haga respetar de las puertas para adentro y de las puertas para afuera.
Alguien que se digno de heredar el espíritu de liderazgo de nuestros profetas y maestros.